Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. (Prov. 2: 6 )


El conocimiento principal y esencial es el conocimiento de Dios y de su Palabra... El cristiano crecerá en gracia en proporción a su dependencia y aprecio de la enseñanza de la Palabra de Dios y a su hábito de meditar en las cosas divinas...


Pero que nadie piense que pretendemos restar importancia a la educación o desestimar el valor de la cultura y la disciplina mentales. Dios desea que sigamos siendo estudiantes mientras estemos en mundo, que siempre aprendamos y llevemos responsabilidades... Pero nadie debe criticar a su hermano porque no posea una educación formal amplia. Puede ser rico en una sabiduría de más estima...


Puede poseer una educación práctica en el conocimiento de la verdad. El salmista dice: "La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples" (Sal. 119: 130) ... La sabiduría de que habla el salmista es aquella que se logra cuando la verdad se abre ante la mente y se aplica al corazón por medio del Espíritu de Dios, cuando sus principios se estampan en el carácter por acción de una vida de piedad práctica...


Es el Espíritu de Dios el que aviva las facultades del alma amortecidas, para que aprecien las cosas celestiales, y el que atrae los afectos hacia Dios y la verdad. Sin la presencia de Jesús en el corazón, los servicios religiosos no son más que un formalismo muerto y frío. El ferviente deseo de estar en comunión con Dios cesa cuando el Espíritu Santo es contristado; pero cuando Cristo está en nosotros como la esperanza de gloria, somos inducidos constantemente a pensar y obrar con referencia a la gloria de Dios. Surgirán estas preguntas: "¿Honrará esto a Jesús? ¿Aprobará él esto? ¿Podré mano esta actividad?" Dios se convertirá en el consejero de nuestras almas e iremos por caminos seguros (Review and Herald, 17-4-1888).

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